Empezaré contando lo que leí en la sección de internacional de un diario:
El 2 de febrero, el Ejecutivo suizo ordenó que se confiscaran los bienes de Duvalier, el ex -dictador haitiano. Los miembros de la familia de Jean Claude, fueron informados de que la única forma de reembolsase la fortuna, es demostrar que el dinero fue adquirido de forma legal.
Casi siempre, o al menos en un alto porcentaje de las ocasiones, la mera exposición de los hechos es más valiosa que una sólida columna de opinión.
Quizás lo que ocurre es el siguiente milagro: al sernos mostrados los hechos, con sus condimentos , la opinión se cocina instantáneamente en nuestro cerebro. ¿Quién sabe?
Sea como fuere, el dinero del ex mandatario, de la maltratada Haití, no está en sus manos. ¿En qué manos está? ¿Se beneficia alguien del mismo? ¿Esa fortuna se invierte y se obtienen beneficios de ella? Honestamente no lo sé. He cometido el pecado de no informarme, lo asumo.
Esto de formar una opinión es un asunto personal y privado, cada uno de nosotros lo hace, consciente o inconscientemente. ¿Qué cantidad de información y de opinión ajena usamos para formar la nuestra?
China compra deuda española. ¿Afecta ese hecho al modo en que se valorará y criticará la interpretación que en la actualidad hace ese país de los derechos humanos?
¿Quién obtiene los beneficios del petróleo irakí después de Saddam?¿Porque el país con más platino de áfrica es uno de los más pobres del mundo?.
Yo no tengo esas informaciones para formarme una opinión ¿Las tiene usted?
¿ A pesar de no tener esas informaciones, no es cierto que alguna opinión se forma en nuestro interior cuando las leemos?
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