miércoles, 17 de abril de 2013

La danza enloquecida de las mariposas nocturnas

Tengo algunos amigos muy aficionados al cine y no sería extraño que cualquier día reciba un correo electrónico muy parecido a éste: Estimado señor Guillermo del Toro: He cometido el pecado de ver una de sus películas sin pagar por ello. He mirado por una de las rendijas que Internet ofrece . Estoy fascinado con lo que he visto: su film MAMÁ. La historia y el modo en que nos la cuenta es un conjunto perfecto. Me atrajo, como solamente lo han hecho algunos, pocos, libros o películas, de principio a fin. El escenario tenía la luz de las pesadillas, el color que imagino que tienen los cuentos de miedo. Los monstruos, visibles e invisibles, se deslizaban, serpenteaban, magníficamente por las habitaciones. Los personajes parecían personas cuando era necesario. Todos los recursos mágicos del cine danzaban, como las hojas secas cuando el viento del otoño las impulsa a bailar. Si mis medios económicos no aumentan lo suficiente para emplearlos en ver cine, y usted continúa dirigiendo estas cosas estupendas, no puedo prometerle que no vuelva a cometer el pecado de intentar observar, por un hueco, sus nuevas creaciones. Reciba un saludo de un admirador. J.H. Pero claro mis amigos aficionados al cine siempre están muy ocupados con sus fantasías y un mensaje como el que acaban de leer no se ha escrito todavía.

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